Courbet apadrina el realismo catalán
El MNAC expone 17 obras maestras del pintor junto a las de artistas del país
Gustave Courbet (1819-1877), el mayor exponente del realismo francés del XIX, sacudió el mundo del arte con su visión sin concesiones y dio el paso previo necesario para la llegada de la modernidad a las artes plásticas. Ahora, el autor de la otrora escandalosa El origen del mundo -ese sexo femenino exhibido sin tapujos en un primer plano de afelpada evidencia-, rinde otro servicio al arte apadrinando a los pintores realistas catalanes en la exposición Realismo(s), la huella de Courbet, que ha producido el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y que se inaugura hoy.
La exposición, compuesta por 80 obras -pinturas, dibujos, fotografías y grabados- cuenta con la friolera de 17 de las pinturas más emblemáticas de Courbet que se podrán ver por primera vez en nuestro país. Entre ellas ese gran revolcón lésbico, apoteosis del tribadismo y la cara de polvo, que es El sueño, denominado también eufemísticamente Las dos amigas y ya más concretamente Pereza y lujuria (atención al collar de perlas roto que simboliza el embate amoroso) y el famoso autorretrato conocido como El desesperado, que muestra al artista eso, desesperado (acaso por no vender ni un cuadro), y con un inesperado parecido a Johnny Depp -reconocido incluso por la directora del MNAC, Maite Ocaña-.
El despliegue de Courbet, con el acompañamiento de otros pintores franceses como Millet y Corot, sirve al MNAC para mostrar la impronta de este en la pintura realista catalana del XIX y especialmente en Ramon Martí Alsina. También para saldar la deuda del MNAC con el realismo catalán y descubrir o revalorizar a pintores como Simó Gómez.
La exposición es atrevida más allá del despelote de muchas obras. Atrevida conceptualmente, pues se ha decidido que se concentre en la figura y prescinda de la pintura de paisaje y casi íntegramente de la connotación social del realismo (recuérdese el activismo de Courbet, miembro de la Comuna de París y modelo de pintor proletario de Proudhon). En cambio, se subraya en la exposición la relación de los realistas con la pintura del XVII -con la inclusión de obras de Velázquez, Murillo, Rembrandt (su minúsculo retrato con la mirada extraviada tan similar a El desesperado) o Ribera- y se presentan audaces comparaciones y guiños (¡Fortuny!). De manera harto heterodoxa, se incluye asimismo un apasionante epílogo a la exposición -del que es responsable el artista Antoni Llena- en forma de cara a cara entre cinco pinturas y otras tantas obras de ¡Tàpiès!
En este último apartado de la exhibición, que reivindica el realismo como una corriente viva, se contrapone un Tàpies inédito, de agosto de 2010, Cames, con su obvia inspiración, El origen del mundo. Desgraciadamente, el MNAC, que ha conseguido para la ocasión préstamos sensacionales de museos como el Petit Palais, el Metropolitan, el Musée d'Orsay y la National Gallery, no ha logrado el velludo lienzo de Courbet, así que lo que se muestra en su lugar es una proyección.
La exposición, que va combinando obras de franceses y catalanes, está estructurada en cinco ámbitos. Arranca con Espejos, que exhibe autorretratos, entre ellos seis fascinantes de Courbet, incluido uno, el primero que encuentra el visitante -el pintor con un perro negro-, que ya estuvo en Barcelona, en 1917. Presencias muestra a personajes del entorno de los artistas, Arte viviente escenas cotidianas (mucha siesta). Transgresiones tiene más morbo: centrado en la representación del desnudo femenino con todas sus rotundidades y alguna celebración del michelín incluye pillinas fotografías de Antoni Esplugas y un dibujo à la Courbet de Martí Alsina de un sexo femenino que no deja el mínimo resquicio (!) a la imaginación...
No podemos dejar de recordar (y homenajear) aquí a Khalil-Bey, el diplomático turco de origen egipcio (su padre fue capitán de Mehmed Alí) para el que Courbet pintó El sueño y El origen del mundo.
La exposición, compuesta por 80 obras -pinturas, dibujos, fotografías y grabados- cuenta con la friolera de 17 de las pinturas más emblemáticas de Courbet que se podrán ver por primera vez en nuestro país. Entre ellas ese gran revolcón lésbico, apoteosis del tribadismo y la cara de polvo, que es El sueño, denominado también eufemísticamente Las dos amigas y ya más concretamente Pereza y lujuria (atención al collar de perlas roto que simboliza el embate amoroso) y el famoso autorretrato conocido como El desesperado, que muestra al artista eso, desesperado (acaso por no vender ni un cuadro), y con un inesperado parecido a Johnny Depp -reconocido incluso por la directora del MNAC, Maite Ocaña-.
El despliegue de Courbet, con el acompañamiento de otros pintores franceses como Millet y Corot, sirve al MNAC para mostrar la impronta de este en la pintura realista catalana del XIX y especialmente en Ramon Martí Alsina. También para saldar la deuda del MNAC con el realismo catalán y descubrir o revalorizar a pintores como Simó Gómez.
La exposición es atrevida más allá del despelote de muchas obras. Atrevida conceptualmente, pues se ha decidido que se concentre en la figura y prescinda de la pintura de paisaje y casi íntegramente de la connotación social del realismo (recuérdese el activismo de Courbet, miembro de la Comuna de París y modelo de pintor proletario de Proudhon). En cambio, se subraya en la exposición la relación de los realistas con la pintura del XVII -con la inclusión de obras de Velázquez, Murillo, Rembrandt (su minúsculo retrato con la mirada extraviada tan similar a El desesperado) o Ribera- y se presentan audaces comparaciones y guiños (¡Fortuny!). De manera harto heterodoxa, se incluye asimismo un apasionante epílogo a la exposición -del que es responsable el artista Antoni Llena- en forma de cara a cara entre cinco pinturas y otras tantas obras de ¡Tàpiès!
En este último apartado de la exhibición, que reivindica el realismo como una corriente viva, se contrapone un Tàpies inédito, de agosto de 2010, Cames, con su obvia inspiración, El origen del mundo. Desgraciadamente, el MNAC, que ha conseguido para la ocasión préstamos sensacionales de museos como el Petit Palais, el Metropolitan, el Musée d'Orsay y la National Gallery, no ha logrado el velludo lienzo de Courbet, así que lo que se muestra en su lugar es una proyección.
La exposición, que va combinando obras de franceses y catalanes, está estructurada en cinco ámbitos. Arranca con Espejos, que exhibe autorretratos, entre ellos seis fascinantes de Courbet, incluido uno, el primero que encuentra el visitante -el pintor con un perro negro-, que ya estuvo en Barcelona, en 1917. Presencias muestra a personajes del entorno de los artistas, Arte viviente escenas cotidianas (mucha siesta). Transgresiones tiene más morbo: centrado en la representación del desnudo femenino con todas sus rotundidades y alguna celebración del michelín incluye pillinas fotografías de Antoni Esplugas y un dibujo à la Courbet de Martí Alsina de un sexo femenino que no deja el mínimo resquicio (!) a la imaginación...
No podemos dejar de recordar (y homenajear) aquí a Khalil-Bey, el diplomático turco de origen egipcio (su padre fue capitán de Mehmed Alí) para el que Courbet pintó El sueño y El origen del mundo.
Jacinto Antón, Barcelona: Courbet apadrina el realismo catalán, EL PAÍS, 8 de abril de 2011