La naturaleza conquista su sitio

Fragmento del cuadro "Escena de huertos extramuros en Sevilla", de Emilio Sánchez Perrier.La Diputación de Sevilla publica El paisaje en la pintura sevillana del siglo XIX, un ambicioso trabajo en el que el especialista Antonio Reina Gómez analiza la atención que los creadores de la ciudad dedicaron al género, y describe con detalle los precedentes históricos y la evolución de este arte inspirado en la naturaleza. Una historia "corta y caprichosa" que vivió su eclosión en la producción decimonónica, gracias a autores de la talla de Antonio Cabral Bejarano, José Domínguez Bécquer, Manuel Barrón, José Jiménez Aranda, José Rico Cejudo o Emilio Sánchez Perrier, entre otros.

Hasta este fructífero periodo apenas se había tratado el paisaje como eje principal de las composiciones, como apunta el catedrático Enrique Valdivieso, autor del prólogo de este estudio, que señala que aunque sí existían pintores dedicados a esta materia, éstos "nunca reflejaron el entorno geográfico sevillano, sino escenarios naturales totalmente imaginarios". Un vacío que no impide que Antonio Reina, doctor en Medicina y doctor en Historia del Arte, proponga un minucioso rastreo por las etapas anteriores, deteniéndose en las obras de influencia flamenca, el Renacimiento y los siglos XVII y XVIII. El abrazo de San Joaquín y Santa Ana, de Alejo Fernández, será la primera escena en la que aparecen el cielo y el paisaje dentro de la pintura sevillana. Durante mucho tiempo, sin embargo, los entornos naturales seguirán desempeñando un papel secundario en las obras, a pesar de que la maestría de Velázquez, Zurbarán o Murillo dejaran notables muestras de su talento para reflejar estos motivos, bien tratándolos como elementos subsidiarios de un lienzo o, como en el caso de Zurbarán, artífice del mayor paisaje de la pintura barroca sevillana, Defensa de Cádiz, centrándose en el género.

El comienzo del siglo XIX tampoco anticipaba la decidida apuesta que los pintores locales acabarían haciendo por el paisaje. El primer tercio de siglo, como retrata Reina, registró un considerable empobrecimiento artístico debido a la emulación de Murillo, un nombre que entonces despertaba pasión en los "El castillo de Alcalá de Guadaíra", de David Roberts, pintado en 1833.coleccionistas extranjeros, a la que se entregaron los artistas sevillanos. José María Arango fue "indiscutiblemente el pintor más relevante de la época neoclásica" y un pionero en su interés por el paisaje local. Con la irrupción del Romanticismo se abre una puerta a uno de los capítulos más fecundos de la plástica sevillana. El establecimiento en la ciudad de los duques de Montpensier y la llegada de los viajeros románticos que buscaban el hechizo de Sevilla ayudó a abrir la mirada de los creadores locales. El contacto con algunos pintores ingleses, reconstruye Reina en su libro, inculcó un "cambio radical" en las técnicas empleadas por los artistas andaluces. El escocés David Roberts fue uno de los responsables de esta nueva sensibilización, una "verdadera corriente de aire fresco en la técnica pictórica". Éste es un periodo que acoge a creadores renombrados como Cabral Bejarano, Manuel Barrón o José Domínguez Bécquer, pero también de otros autores cuyo rastro no ha sido tan perdurable, como José María Escacena y Daza, del que sólo se conocen dos cuadros.

En el último tercio del siglo XIX se evoluciona hasta una estética realista, un giro en el que sin embargo se mantiene la relevancia de los artistas, con José Jiménez Aranda, José Villegas o Rico Cejudo, un grupo en el que Sánchez Perrier y Manuel García y Rodríguez destacan en la solvencia de sus paisajes. El trabajo, que ganó el Concurso de Monografías Archivo Hispalense de la Diputación, dedica también un apartado a Alcalá de Guadaíra, un "centro de peregrinación" por "su orografía accidentada, sus pinares y vegetación", las ruinas de su castillo y el río, elementos que hicieron de la localidad "una verdadera escuela de paisaje".

La colección de arte de la Diputación también acaba de editar La piel de la arquitectura. Yeserías sevillanas de los siglos XVII y XVIII, un estudio del historiador del arte Alfredo J. Morales, que viene a cubrir el vacío académico sobre la ornamentación de este periodo y que reivindica el papel protagonista que ésta desempeña en las construcciones.

Braulio Ortiz / Sevilla: La naturaleza conquista su sitio, Diario de Sevilla, de diciembre de 2010