Los arqueólogos de los Guerreros de Xi’an, Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales

Premio a los guerreros de terracota. O mejor dicho, a los hombres y mujeres que los han devuelto a la vida tras más de dos mil doscientos años enterrados como el ejército de ultratumba del primer emperador chino. El jurado de los premios Príncipe de Asturias ha decidido galardonar la labor del esforzado equipo de arqueólogos y científicos de otras disciplinas que desde que se produjo el primer hallazgo fortuito de guerreros en 1974 no han dejado de extraerlos a millares minuciosamente, estudiarlos, restaurarlos y dar a conocer al mundo sus maravillas. Es especialmente por esta tarea de divulgación de uno de los grandes tesoros representativos del esplendor de la cultura de la antigua China por la que el colectivo de investigadores de los soldados de Xian, que dirige Liu Zhangheng, ha merecido el premio. Esta candidatura fue propuesta por Carlos Blasco Villa, embajador de España en China.

El hallazgo de este mausoleo funerario es uno de los grandes descubrimientos de la antropología, comparable a la tumba de Tutankamón. El lugar de la última parada de los soldados artificiales que protegían el mausoleo del primer emperador de China, Quin Shihuang (221-207 a.n.e.), que unificó los territorios de China y fundó la dinastía Qin y estuvo obsesionado con la inmortalidad; este yacimeinto fue descubierto por campesinos en la primavera de 1974 durante unas obras de regadío a unos treinta kilómetros de la ciudad de de Xi’an, antigua capital imperial en la que hoy es la provincia de Shaanxi. Su hallazgo ha tenido un gran impacto en la investigación de la escultura, la arquitectura y la sociedad china durante ese periodo de formación y consolidación del imperio.

El ejército está formado por más de 7.000 figuras de guerreros y caballos de terracota de tamaño natural que fueron enterradas en formación de batalla, a poca distancia de la tumba del primer emperador de la dinastía Qin. El hallazgo fortuito de una estatua de grandes dimensiones llevó al descubrimiento de lo que hoy se conoce como fosa número 1. Este espacio es una gran cámara subterránea rectangular de 230 metros de longitud, orientada de este a oeste, y 62 metros de anchura de norte a sur; en su interior se encontraron unas 6.000 estatuas de guerreros, carros y caballos de terracota dispuestos en once pasillos de tres metros de ancho y 200 metros de largo. Dos años después, en 1976, se descubrió la fosa número 2, situada a unos 20 metros al norte de la anterior. Más pequeña, alberga una colección de caballería con más de 1.400 piezas, entre caballos y jinetes, distribuidos en 14 filas, y protegidos por arqueros. Al poco tiempo, se encontró la tercera fosa, la más pequeña, con 68 figuras de oficiales, comandantes y generales. En 1980 apareció aún otra fosa con carros de bronce de gala, quizá una copia de los del propio emperador. Parece que estaba previsto que el ejército enterrado fuera aún mayor -se ha encontrado una cuarta fosa vacía- pero la muerte del emperador puso límite a su tropa de ultratumba. Estos guerreros de tamaño natural, rasgos individualizados y completamente equipados, estaban enterrados en un gran foso con pasillos y rampas a un kilómetro y medio del monte Li, el gran túmulo funerario del emperador, y agrupados en orden de batalla: arqueros, ballesteros, infantería, caballería y carros. Todos los rostros de las figuras tienen rasgos distintos, ya que fueron moldeados uno a uno, mientras que bustos y extremidades fueron realizados con moldes. Asimismo, se puede distinguir en las figuras gran diversidad de vestimentas y peinados, en función del personaje que se quisiera representar. Se estima que la construcción del mausoleo duró en torno a 38 años y que en su construcción participaron cientos de miles de obreros y artesanos.

Tras iniciarse la excavación arqueológica de los fosos se construyó un museo en el lugar, abierto al público en 1979, que permite ver en su emplazamiento a los soldados, parte de los cuales, en pequeños destacamentos viajeros, han sido exhibidos en distintas exposiciones por todo el mundo que han atraído millones de visitantes. Algunos de esos soldados itinerantes han despertado ocasionalmente dudas sobre su autenticidad. Los guerreros de Xian figuran desde 1987 en la lista de la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad. Desde su apertura, ha recibido más de 60 millones de visitantes de todo el mundo.

Recientemente, en el año 2007, se descubrió un edificio enterrado de 30 metros de altura, que podría encontrarse sobre la tumba de Qinshihuang, bajo una colina artificial de unos 51 metros de altura. El Instituto de Arqueología de Shaanxi reveló que, a través de técnicas de detección remota, se había detectado la estructura de una cámara con cuatro paredes y un grupo de escaleras simétricas, aunque hasta el momento no se ha procedido a su excavación. Los científicos también han detectado la existencia de un avanzado sistema de drenaje, que habría evitado que las filtraciones de agua inundaran la tumba. Quin Shihuang quiso que su tumba reprodujera el universo y encerrara todas las maravillas del mundo, un programa constructivo de aúpa en el que puso a trabajar, se dice, a más de 700.000 personas.

Si el hallazgo de los guerreros es un hito de la arqueología, su excavación, estudio y conservación es una de las tareas más colosales que haya acometido jamás la ciencia. Según los expertos, los descubrimientos realizados hasta el momento son muy importantes, pero todavía quedan muchos trabajos por hacer, ya que se trata de uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes de China y su excavación y conservación plantea enormes dificultades técnicas. El túmulo sepulcral del emperador, precisamente, no ha sido excavado todavía por el respeto que provoca la magnitud de la tarea y a la espera del desarrollo de la tecnología adecuada para estudiarlo sin alterarlo. Se ha hecho mucho pero queda un trabajo ingente por realizar. El material es tan abundante que las autoridades y los arqueólogos chinos han sido muy prudentes a la hora de extraer más tesoros. De hecho, las excavaciones en la zona de los guerreros estuvieron veinticuatro años detenidas hasta que se reanudaron en 2009. Entre los objetivos se contaba entonces encontrar la figura del comandante en jefe del ejército. Una de las sorpresas fue el hallazgo de soldados sin barba, lo que según los arqueólogos indica que eran esculturas de reclutas jovencísimos, quizá de 17 años de edad. Este mismo año, el equipo que dirige Xu Weihong ha descubierto 114 nuevos guerreros que conservan su pigmentación en colores vivos.

Arqueólogos chinos trabajan en la reconstrucción de uno de los Guerreros de Xian. EFE

Panorámica de la tumba de Quin Shihuang. EFE

El príncipe Felipe en noviembre de 2000 observa una de las naves donde se conservan los guerreros de terracota en el museo que visitó en la ciudad china de Xian. EFE