Bacon se alza como el artista contemporáneo más cotizado de la Historia en subasta
En todo caso, un éxito de crítica y de taquilla. «Tríptico, 1976», una ingente visión de una figura humana acechada por los buitres, donde parecen darse cita las furias clásicas de Orestes y los demonios más íntimos del propio Bacon, arrasó el miércoles en Nueva York. Este tríptico se exhibió por primera vez en París en el mismo año que proclama su título. Allí mismo lo adquirió la familia Moeuix, propietaria de los vinos Château Pétrus, que no lo ha soltado durante más de treinta años. El miércoles tres aspirantes a apoderarse de la obra pujaron ferozmente por teléfono hasta el final.
La sala contuvo el aliento cuando la puja rebasó los 50 millones de euros. El subastador, Tobias Meyer, se encaró con Patti Wong, presidente de Sotheby´s en Asia, y la emplazó a ser «valiente» en representación de su cliente, que así espoleado se estiró medio millón de dólares más. Pero era su última palabra. «¿Seguro? ¿Incluso si yo le suplico que suba un poco más?», coqueteó Meyer. Pero el asiático o la asiática se quedó con las ganas, y el trofeo fue a parar a un coleccionista europeo -o europea-, cuyo nombre no ha trascendido. Esta venta supera al anterior récord en subastas de arte contemporáneo, que hasta ahora ostentaba el «Centro Blanco» de Mark Rothko, vendido por casi 47 millones de euros. Curiosamente, otro cuadro de Rothko, «Naranja, Rojo, Amarillo», fue el inesperado patito feo de la noche en Sotheby´s, que daba por hecho que lo adjudicaría por no menos de 45 millones de euros. Pues se les quedó para vestir santos.
Por lo demás, fue una noche triunfal. Bacon subió a los altares como el pintor contemporáneo muerto más caro casi a la vez que el que fue su gran amigo, Lucian Freud, conquistaba idéntica dignidad entre los pintores vivos, aventajando a Jeff Koons, Damien Hirst, Jasper Johns y Gerhard Richter. Richter fue otro de los que dieron la campanada el miércoles. Su «Pintura abstracta» de 1990 se vendió por 9.710.000 euros, a medio camino entre el doble y el triple de lo estimado. Y no fue el único. Robert Rauschenberg, fallecido sólo dos días antes, colocó por todo lo alto tres obras. Los compradores se las quitaban a los vendedores de las manos. «Overdrive», mezcla de serigrafía y de collage realizada por Rauschenberg en 1963, se vendió en casi 9,5 millones de euros, cuando se habían calculado 6,5. Eso no es habitual cuando el artista está virtualmente de cuerpo presente. Lo común en estos casos es un primer descenso brusco de los precios de sus trabajos, a la espera de que aflore obra oculta. Pero en este caso no se cumplió para nada este principio, sea por la inmortal veneración neoyorquina por Rauschenberg, sea porque el mercado ardía en deseos de explotar, desmintiendo los malos augurios relacionados con la crisis económica que asola Estados Unidos y, por extensión, medio mundo. El lienzo se perfila como un valor más seguro y atractivo que muchas acciones de Wall Street y hasta que el ladrillo. Las compras de arte se dispararon en 2007 un 55 por 100. Y siguen creciendo.
El «vaquero solitario»
La marea de precios históricos, por supuesto por arriba, bañó a un total de dieciocho artistas, entre ellos el japonés Takashi Murakami, actualmente objeto de una gran exposición en el museo de Brooklyn que incluye hasta una tienda de Louis Vuitton realmente abierta y vendiendo. Murakami acudió en persona a la subasta del miércoles, se cree que más a comprar obra ajena que a ver qué pasaba con la propia, «Mi vaquero solitario», cuyo tema es una eyaculación. La ofrecían por menos de 2 millones de euros y se vendió por casi 10, haciendo bueno el dicho de un coleccionista de Chicago, Stefan Edlis, que allí mismo declaró: «Para tener éxito en una subasta se necesitan dos cosas, dinero y testosterona». Por otro lado se rumoreaba que Murakami pagó de su bolsillo más de 700.000 euros por una escultura de su compatriota Yoshitomo Nara.
Mención especial mereció la golosa oferta procedente de la colección privada de Walter Lauffs y su viuda, Helga. Este fondo también rompió el techo de todas las estimaciones, vendiéndose globalmente por 62 millones de euros. De ahí salieron «MG9», un gigantesco panel de Yves Klein por el que Sotheby´s esperaba sacar 5.170.000 euros como mucho. Acabó pagando más del triple Philippe Ségalot, un marchante de Manhattan que causó sensación hablando en francés por el móvil mientras pujaba.
Arrecia la crisis, salta la banca
Pero aún más revelador es observar las cifras de 2006 y ver que la mayoría de los artistas de posguerra, muchos de ellos aún vivos, han cuadruplicado su valor en menos de dos años. Cuando un comprador anónimo adquirió el cuadro Untitled XXV, de Willem de Kooning en noviembre de 2006 por 11,2 millones de euros, estableciendo ahí el récord para el arte de la segunda mitad del siglo XX, los coleccionistas tomaron nota y se lanzaron a invertir en ese tipo de obras. Pero incluso a quienes están en el negocio no deja de sorprenderles que el apetito por esos artistas se haya transformado en voracidad. "Cada semana conozco a un nuevo coleccionista entre los 30 y los 50 años con mucho dinero dispuesto a comprar arte", aseguraba en la revista Artnews Mary Hoeveler, una ex especialista de Christie's que ahora dirige el Art Advisory Service del grupo bancario Citigroup.
En 2007 Christie's y Sotheby's movieron 5.600 millones de euros en arte moderno y contemporáneo. Pero si las cifras del mercado de las subastas producen mareos, cuando se habla de las transacciones de arte en el ámbito privado es imposible no desmayarse. Los precios de artistas como Jasper Johns o Willem de Kooning son hasta seis veces más altos en el mercado privado que en el de las subastas, y la crisis tampoco parece haber llegado a estos intercambios. Según un estudio realizado por la European Fine Art Foundation (TEFAF), en 2006 las ventas de arte moderno y contemporáneo alcanzaron los 18.500 millones de euros en el ámbito privado y según una proyección hecha por Barron's, en 2007 esas ventas habrían movido 19.300 millones. Pero para algunos expertos, esas cifras son conservadoras. "Si hay 3.000 galerías moviendo 6,5 millones anuales, esa cifra es posible. Pero hay unas cuantas docenas que llegan a unos 65 millones al año. Lo sé porque la mía es una de ellas", aseguraba en Artnews el galerista Paul Gray, de la Richard Gray Gallery de Chicago.
Lourdes Fernández, directora de Arco, aprovechó la semana de subastas para presentar ante un selecto grupo de galeristas y coleccionistas la feria española de arte contemporáneo. Se trataba de un acto de promoción para atraer inversión hacia la feria. "Entre galeristas y coleccionistas no hay ningún temor, así que de momento, creo que el mercado del arte va a seguir al margen de la crisis financiera", declaró a este diario.
Ana Grau (Nueva York), Bacon se alza como el artista contemporáneo más cotizado de la Historia en subasta, ABC, 16 de mayo de 2008
Barbara Celis (Nueva York), Arrecia la crisis, salta la banca, El País, 16 de mayo de 2008