El Templo de Venus y Roma recupera su eslendor
Los trabajos han permitido volver a unir las dos celdas originales del templo, la dedicada a Roma y la dedicada a Venus, que durante un largo período permanecieron separadas por un muro. Además, se han reconstruido parte de las paredes fracturadas y erosionadas por el paso del tiempo, se han afianzado los cimientos y se ha mejorado el sistema de desagüe en la zona para evitar que se produzcan filtraciones y desplazamientos de tierra a causa de las lluvias.
Situado en el lado sur de la colina Velia, a sólo unos metros del Coliseo, el Templo de Venus y Roma era considerado el más grande de la capital del Imperio. Aunque fue Adriano quien ordenó su construcción en el año 121 con la voluntad de unir en un mismo espacio las estatuas de la diosa Venus y de Roma, que personificaba el Estado Romano, no fue inaugurado hasta el año 141, bajo el mandato del emperador Antonino Pío.
Gran parte de los restos que pueden contemplarse hoy, se atribuyen a una restauración llevada a cabo por Majencio en el año 307 después de que un incendio destruyera la parte central del Foro, entre ellos las columnas en pórfido situadas en las paredes o el pavimento de losas de mármol. Junto a estos restos, se ha recuperado también el jardín exterior del templo, en el que aún se conserva una parte de la columnata que rodeaba el monumento.
El Templo de Venus y Roma puede visitarse como parte del recorrido por los Foros Imperiales y su reapertura permite contemplar una de las construcciones más memorables de la antigua Roma en todo su esplendor.