Habitación con vistas pero económica
Una torre icónica de 75 viviendas sociales que no exprime colores chillones ni atributos pop. Un edificio elegante con vestíbulo de lujo para pisos de protección oficial. La nueva Torre Europa, levantada por Roldán y Berengué en L'Hospitalet de Llobregat, rompe moldes. La duda que asalta al contemplar un inmueble tan optimista y comprobar la tradicional distribución interior de sus pisos, de 69 y 56 metros cuadrados, es si no estaremos, de nuevo, ante un edificio que valora su impacto en la ciudad por encima de su capacidad para mejorar la vida del ciudadano.
Para contestar, el arquitecto Miguel Roldán cuenta la visita del general Rommel a la Villa Malaparte, que firmó Adalberto Libera en Capri pero atribuida, en gran parte, a su dueño el escritor Curzio Malaparte. Es este quien describe la visita en su novela La piel. Tras recorrer las habitaciones y la bodega, el novelista ofrece una copa de vino del Vesubio a Rommel y este, cortés, se interesa por la casa y pregunta si la compró ya construida o la diseñó él. Llevándolo del brazo hasta una de las ventanas, el escritor le señala los islotes cercanos y la costa Amalfi a lo lejos y contesta: "La casa la compré. Yo he diseñado lo que usted ve allí fuera".
¿Se pueden diseñar unas vistas? "No somos ni Malaparte ni Libera, pero cada pareja que venga a vivir en estos pisos tendrá un pedazo de perspectiva que llega hasta el delta del Besòs. Se vivirá muy bien". Roldán cuenta que la calidad visual no es automática en una torre de 15 plantas. Que el hecho de que los apartamentos tengan esas vistas tiene que ver con la dimensión y la frecuencia de las ventanas y, al mismo tiempo, con la exposición cuidada de lo doméstico (cocinas, chimeneas, lavaderos y tendederos) en la fachada.
¿No ver el lavadero desde la calle mejora la ciudad o la vida de las personas? Roldán habla de compromiso con el entorno. Dentro, a excepción del perímetro articulado de la fachada que organiza las famosas vistas, y los núcleos técnicos, la distribución es ligera y montada sobre pavimento continuo. Puede transformarse y él pronostica que se hará con frecuencia. Lo que define la vida en estos pisos es la convicción de que una atalaya mejora la vida de la gente. Así, sin hacer elogio de la convención, estos arquitectos han aceptado trabajar con materiales básicos y condiciones genéricas para ensamblarlos de una manera extraordinaria.
Además de impresionar, el juego visual de la fachada obedece al nexo que esta torre tiende entre la tacañería arquitectónica de los antiguos bloques de vivienda del barrio y el despliegue de ideas de la nueva vecina, la Plaza Europa. Se trata de un inmueble en altura que, en realidad, funciona como puente. Las 26 torres del nuevo barrio ideado por Albert Viaplana concentran la edificación para liberar generosos espacios públicos. En esa tesitura, Roldán y Berenguer apostaron por el plano largo. Tomaron las 15 plantas de su edificio de tres en tres para acercarse a los inmuebles de cinco plantas y marcaron en la fachada ventanas de 10 metros para que la percepción del inmueble resultara más rotunda.
El puente no solo se tiende entre barrios, también queda establecido entre épocas, sustituyendo métodos constructivos. Todos los materiales empleados en la construcción de la torre son 100% reciclables y los usados en la fachada -lámina de resinas compactadas suspendidas de una estructura de aluminio- provienen entre un 65% y un 100% de materiales ya reciclados. Sus ocupantes experimentarán el lujo de vivir en el lugar más elegante del barrio y de disponer de un recibidor de hotel de cinco estrellas. En casa, la revolución quedará más allá de las paredes.
Para contestar, el arquitecto Miguel Roldán cuenta la visita del general Rommel a la Villa Malaparte, que firmó Adalberto Libera en Capri pero atribuida, en gran parte, a su dueño el escritor Curzio Malaparte. Es este quien describe la visita en su novela La piel. Tras recorrer las habitaciones y la bodega, el novelista ofrece una copa de vino del Vesubio a Rommel y este, cortés, se interesa por la casa y pregunta si la compró ya construida o la diseñó él. Llevándolo del brazo hasta una de las ventanas, el escritor le señala los islotes cercanos y la costa Amalfi a lo lejos y contesta: "La casa la compré. Yo he diseñado lo que usted ve allí fuera".
¿Se pueden diseñar unas vistas? "No somos ni Malaparte ni Libera, pero cada pareja que venga a vivir en estos pisos tendrá un pedazo de perspectiva que llega hasta el delta del Besòs. Se vivirá muy bien". Roldán cuenta que la calidad visual no es automática en una torre de 15 plantas. Que el hecho de que los apartamentos tengan esas vistas tiene que ver con la dimensión y la frecuencia de las ventanas y, al mismo tiempo, con la exposición cuidada de lo doméstico (cocinas, chimeneas, lavaderos y tendederos) en la fachada.
¿No ver el lavadero desde la calle mejora la ciudad o la vida de las personas? Roldán habla de compromiso con el entorno. Dentro, a excepción del perímetro articulado de la fachada que organiza las famosas vistas, y los núcleos técnicos, la distribución es ligera y montada sobre pavimento continuo. Puede transformarse y él pronostica que se hará con frecuencia. Lo que define la vida en estos pisos es la convicción de que una atalaya mejora la vida de la gente. Así, sin hacer elogio de la convención, estos arquitectos han aceptado trabajar con materiales básicos y condiciones genéricas para ensamblarlos de una manera extraordinaria.
Además de impresionar, el juego visual de la fachada obedece al nexo que esta torre tiende entre la tacañería arquitectónica de los antiguos bloques de vivienda del barrio y el despliegue de ideas de la nueva vecina, la Plaza Europa. Se trata de un inmueble en altura que, en realidad, funciona como puente. Las 26 torres del nuevo barrio ideado por Albert Viaplana concentran la edificación para liberar generosos espacios públicos. En esa tesitura, Roldán y Berenguer apostaron por el plano largo. Tomaron las 15 plantas de su edificio de tres en tres para acercarse a los inmuebles de cinco plantas y marcaron en la fachada ventanas de 10 metros para que la percepción del inmueble resultara más rotunda.
El puente no solo se tiende entre barrios, también queda establecido entre épocas, sustituyendo métodos constructivos. Todos los materiales empleados en la construcción de la torre son 100% reciclables y los usados en la fachada -lámina de resinas compactadas suspendidas de una estructura de aluminio- provienen entre un 65% y un 100% de materiales ya reciclados. Sus ocupantes experimentarán el lujo de vivir en el lugar más elegante del barrio y de disponer de un recibidor de hotel de cinco estrellas. En casa, la revolución quedará más allá de las paredes.
Anatxu Zabalbeascoa, Madrid: Habitación con vistas pero económica, EL PAÍS, 7 de noviembre de 2010