Las Reinas de Egipto veranean en Mónaco
El Grimaldi Forum de Mónaco/Montecarlo presenta hoy la primera gran exposición que se ha realizado nunca a las Reinas de Egipto: madres, hijas y amantes de faraones, ocupando un puesto central, religioso, político, diplomático, sexual, a lo largo de tres milenios, en la historia de una civilización desaparecida y mítica. Cleopatra, Nefertiti, Nefartari, Hatchepsout... nombres de leyenda, cuya historia, secretos, aventuras, tragedias, podrá descubrir el gran público por vez primera en una exposición, a través de la pedagogía de una egiptóloga emérita, Christiane Ziegler.
Nefertari. Pequeño speos de Deir el-Bahari
La exposición comienza con un mito, Cleopatra. Y propone una aventura iniciática a la historia y leyendas de las Reinas de Egipto, a través de un recorrido pedagógico: el estatuto político, sexual y religioso de las madres, esposas e hijas de los faraones; el puesto privilegiado de la «gran esposa» con respecto a las «esposas secundarias» (el harén de la civilización egipcia tiene una importancia histórica particular); atributos divinos de la belleza real; papel religioso de la reina, adorada y adorable, adoradora ella misma; la divinización de algunas reinas; el reparto del poder entre la reina y el faraón; las intrigas políticas en la corte y el harén...
Christiane Ziegler ha consagrado más de media vida a seguir las huellas de las reinas egipcias, en Egipto, en los grandes museos de Europa y los EE.UU., al frente del departamento de antigüedades egipcias del Louvre. Y, tras varios años de trabajo, ha conseguido el apoyo de una veintena de instituciones internacionales, dispuestas a prestar joyas únicas, con el fin de ofrecer al gran público una primera perspectiva de un tema que ha fascinado a egiptólogos, aventureros, historiadores, escritores y autores de novelas policíacas.
A pesar de haber sido víctimas del pillaje, durante siglos, casi todas las grandes tumbas de las reinas egipcias, los especialistas han conseguido reconstruir una panorámica fascinante. Ya que la arqueología y la erudición han conseguido reconstruir los cimientos bastante sólidos de una apasionante arquitectura cultural. El puesto central de las reinas de Egipto en la historia de su civilización echaba sus cimientos en el carácter religioso de la belleza y la unión carnal, indisociable de su unión cívica, política e institucional con el faraón, que tenía bastantes mujeres, clasificadas con cierto rigorismo. Pero la elegida, la «reina madre», estaba llamada a ocupar una posición celeste.
Instrumentos de poder
La reina madre participaba conioso su esposo en las grandes ceremonias religiosas e institucionales. Su poder comenzaba en el lecho. Y se ramificaba indefinidamente, por los infinitos pasillos del poder del Estado, político y relig: la pareja de amantes reales tenía algo de «representación» terrenal de lo divino que estaba en el sol y las estrellas. En el caso de las grandes reinas, comenzando por Cleopatra, ese poder teológico estaba íntimamente asociado a todos los poderes terrenales y las relaciones diplomáticas. La belleza y el sexo también podían ser instrumentos de poder, proyecciones de una influencia que iba mucho más allá de las estrictas fronteras del Estado. De ahí que un descarrío amoroso, sentimental, carnal, podía tener consecuencias para el equilibrio del poder naval y militar en el Mediterráneo y Oriente Medio.
Imagen de Cleopatra
La importancia de la reina madre en los equilibrios de poder y el funcionamiento de la sociedad se percibe indisociable del estatuto de la mujer en la civilización egipcia. Ziegler y otros especialistas han subrayado en muchas ocasiones que, en verdad, la mujer egipcia gozaba de un estatuto social relativamente «moderno», con unas libertades, responsabilidades y deberes de cierta «independencia». Cuestiones tan contemporáneas, para nosotros, como la proyección internacional del lujo, la sexualidad, el poder político del erotismo, estaban ya muy presentes en la figura emblemática de Cleopatra.
Juan Pedro Quiñonero (París), Las Reinas de Egipto veranean en Mónaco, ABC, 11 de julio de 2008