Sobre la piel de los edificios
La arquitectura es compleja, y no se trata de una afirmación superficial. Por un lado, está compuesta por fuerzas visibles (estructurales, funcionales, físicas) y, por el otro, por impulsos invisibles (culturales, políticos). Los conceptos que se conectan a estas fuerzas hacen que la arquitectura evolucione hacia nuevas composiciones e intervenciones estéticas. El envoltorio de los edificios, la ornamentación, es uno de los productos de este proceso y, a través de él, el material arquitectónico se organiza para transmitir efectos estéticos.
Imagen de la Torre Agbar, en Barcelona, con la Sagrada Familia al fondo.- Carles Ribas
La editorial Actar ha publicado recientemente una guía gráfica muy detallada dedicada a la ornamentación a lo largo del siglo XX, una edición a cargo de Farshid Moussavi y Michael Kubo, a partir de unos cursos que se imparten en la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard. La función del ornamento habla del envoltorio de un edificio como un medio para transmitir sensaciones específicas, como una parte esencial de una construcción. En los casos que aparecen en la publicación (42 edificios emblemáticos de todo el mundo, entre ellos, la Torre Agbar de Jean Nouvel en Barcelona) se expone cómo cada uno de ellos explota las sinergias entre el exterior y el interior, construyendo un orden interno que, a su vez, genera una expresión contemporánea.
Hoy en día, el arquitecto tiene poco poder de decisión sobre el interior de los inmuebles que diseña (son tareas destinadas a los decoradores o a los consultores, constructores o promotores), así que la impronta que deja recae en la piel. La importancia de ésta como nexo de contacto entre el interior y el exterior del edificio es lo que el libro estudia, con nítidos ejemplos que constituyen un verdadero manual sobre las diversas técnicas y materiales a aplicar, según el efecto que se quiera transmitir, en la elaboración de las fachadas. La tesis de La función del ornamento consiste en demostrar que el envoltorio de una construcción tiene un potencial de expresividad que va más allá de lo que pase o haya dentro, de si es una tienda o un edificio de oficinas, explica Albert Ferré, responsable de contenidos de Actar. Esta visión ha vencido al movimiento moderno que, hasta los años setenta del siglo pasado, abogaba por el funcionalismo de los edificios; es decir, por la expresión del uso interno y del material utilizado, por una completa transparencia. El objetivo era convertir la arquitectura en una disciplina más sincera. Se suponía que la arquitectura ya no tenía que disfrazar sus funciones, sino hacerlas visibles, convirtiendo la ciudad y sus edificios en elementos inmediatamente legibles.
Hoy, esta representación directa de los elementos estructurales y espaciales ha caído en desuso de la mano de la arquitectura posmoderna, que dota al inmueble en cuestión de una expresión que sea independiente del interior y que contribuya a la definición del entorno urbano. Los edificios, así, adquieren un significado a ojos del público y se rompe de forma radical la obsesiva relación arquitectónica entre función y representación del movimiento moderno. Y el ornamento es la figura que surge del sustrato material del edificio, la expresión de los procesos de construcción, no es simplemente una máscara determinada a priori. Así las serigrafías, las láminas cortadas a láser, los tubos de vidrio, los forjados estriados, las pantallas perforadas o los revestimientos cerámicos son algunos ejemplos del material ornamental contemporáneo.
En la piel del único ejemplo español que aparece en el libro, el de la Torre Agbar, se utiliza el color para integrar las ventanas y las zonas del muro en una trama pixelada de cuadrados. Ese juego de color del envoltorio del edificio no da pie a sugerir que se trate de un inmueble de oficinas, ni siquiera es posible averiguar desde fuera cuántas plantas tiene. Por otra parte, la impresión desde el interior está lejos de ser la tradicional, puesto que las ventanas, dispuestas de forma aleatoria en las oficinas, ofrecen una visión fragmentada del entorno urbano.
Creaciones extraordinarias en tiempos de crisis
Las creaciones arquitectónicas de hoy muestran cierta tendencia a la superficialidad y a la uniformidad. Lo dice otra de las nuevas publicaciones de la editorial Actar, Verb Crisis , que advierte del escaso margen de maniobra que tiene el arquitecto debido a las condiciones sociales, económicas, y por las técnicas externas, en un mundo cada vez más pobre, superpoblado y con problemas ambientales. A pesar de lo alarmante que pueda ser esta situación, el libro conserva una mirada optimista y mantiene que de una crisis siempre pueden surgir respuestas "extraordinarias". Por ejemplo, Verb Crisis analiza con detalle el caso de la periferia de Madrid, con sus PAUs, enormes ciudades dormitorio con un ejército de bloques de vivienda casi idénticos. Sin embargo, se yerguen de vez en cuando creaciones, como el Mirador del estudio MVRDV en Sanchinarro, que funcionan como contrapunto a las estructuras anónimas que lo flanquean.
Marta Albiñana (Barcelona), Sobre la piel de los edificios, El País, 25 de julio de 208